martes, 14 de octubre de 2008

Piura y el clasismo

Mientras un grupo de clase media juega a la aristocracia y a los clubes privados, otro grupo, a escasos minutos del primero, subsiste en el arenal con pandilleros y desagues rotos. No es una cuestión de reniego marxista ni un escrito que pregona la igualdad, es sólo un pequeño análisis del mundo y el entorno que rodea el retroceso de mi ciudad, o bueno, mi aldea.

Mi vida en Lima al principio no fue fácil, tuve que lidiar con un ritmo de vida diferente al que estaba costumbrado. Han pasado 9 meses ya, y ahora las cosas se han invertido: se me hace casi impensable programar mi vida a la velocidad piurana, una velocidad que a veces añoro, y de la que a veces también reniego. El punto es que tuve que llegar y chocarme con ésta metrópolis para recién poder tener una visión crítica de la idiosincracia de mi ciudad, el trago amargo me lo tome de a poquitos y recien por éstas fechas estoy terminándome la copa. Uno de esos sorbos que tristemente me tuve que beber fue el del clasicismo... vivo en Pueblo Libre (a nadie le interesa que sea clase media), tengo amigos de Comas (nadie se burla de su lejanía y su estatus), de Jesús María (¿quién te preguntó?), y también de La Molina (si, algo de clase alta, pero insisto, ¿a quién le interesa?).

Hasta aquí, hábil lector, ya entendió el punto al que quiero llegar. Mi formación piurana fue netamente de barrio, aunque en muchas ocasiones me inmiscuí en los círculos de clase media de la zona norte de la ciudad. Colegio estatal, academia misia, barrio de cono, ¿qué más podía pedir?, nadie me podía decir qué era vivirla. Sin embargo, un prejuicio azotaba (o bueno, azota) enormemente el curso de las relaciones sociales en Piura: el barrio cuenta.

Y el tema es al borde patético, tan patético como que un alumno de colegio estatal diga a la chica que afana en la discoteca, que es de tal o cual colegio (claro está, menciona cualquier privado, menos el suyo, el estatal :D). Me crié también en ése ambiente, y en algún momento hasta llegué a creerme todo ese rollo de normas sociales cojudas.

La ciudad se cae a pedazos, y eso si es algo que todos (los de la clase baja humilde, y los de la clase media que supone ser alta), tienen en común. Las pistas se rompen en Nueva Esperanza, pero también en Bello Horizonte; los desagues se atoran en El Indio, y en Santa María del Pinar también. Queda mucho camino por recorrer. Mientras que los de abajo piensen que lo de arriba es lo ideal; y los de arriba supongan que lo de abajo es asquiento y chabacano, las cosas seguirán como ahora, y la Circunvalación nunca será terminada, y nunca acabarán con el terminal terrestre, y la ciudad no tendrá una sóla vía de evitamiento, y los by pass y puentes peatonales serán cosas de otros lugares.

Fotos extraídas de:
http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=345120
http://home.tiscali.nl/hulshoff/reports1.htm